10 de noviembre de 2011
Capítulo cuatro
Está bien, Julia, vamos a distraernos un poco. Me fijo en la mesa de en frente; dos mujeres, de una edad cercana a los cuarenta, hablan y toman un café tranquilas mientras sus hijas se divierten jugando a ser mamás.
Son las seis, ya llega tarde, pues bien empezamos...
Dirijo mis ojos hacia la derecha. Un señor mayor, de apariencia agradable, pero que posee una gran tristeza en sus ojos, está solo en una mesa, y junto a él, una silla vacía. Se entretiene mareando la cuchara en su chocolate, que hace tiempo dejó de estar caliente. No puedo evitar desear que alguien ocupe esa silla vacía.
Miro el reloj. Sigue sin aparecer, ¡llega siete minutos tarde! No sé como continúo todavía aquí sentada. Siento unas ganas horribles de salir corriendo.
Aparece el camarero, un chico joven bastante atractivo el cual me pregunta amablemente si deseo pedir algo.
- No- respondo rápidamente. Estoy esperando a alguien.
El camarero se retira y se dirige de nuevo detrás de la barra.
Me doy la vuelta para ver si viene por el otro lado. Nada. La calle se va cubriendo lentamente con un manto oscuro. Puedo ver el vapor saliente de las bocas de los transeúntes. El invierno ya está aquí.
Vuelvo a mi posición anterior con cierta desgana. Un momento, ¿Desde cuando hay una rosa en mi mesa? Una preciosa y delicada rosa roja. En ese mismo momento, alguien me tapa los ojos.
- ¡Sorpresa! ¿Te gustan las rosas, verdad?- Ya ha llegado Alberto, él y una enorme sonrisa que le acompaña. No puedo negar que es encantador.
- Sí, claro, ¿a qué chica no le gustan las rosas?- digo mientras acerco la rosa a mi nariz.- Huele muy bien.
- Espero que no te haya molestado que llegara un poco tarde pero me he detenido un momento comprándola. Lo siento.
- No te preocupes, está todo bien.
Vuelve el camarero con una gran bandeja.
-¿Desean pedir ya los señores?- pregunta.
¿Señores? ¿Qué edad cree que tengo? Es igual.
- Sí, una cerveza y...- me mira esperando una respuesta.
- Un descafeinado de cafetera, gracias- contesto con una fingida sonrisa hacia el camarero.
Y después de un minuto y medio aproximadamente de miradas bajo un silencio sepulcral, Alberto comienza una, sin duda, larga conversación. Me habla de sus gustos y aficiones. Entre ellas el cine y la lectura, y sobre todo viajar por Europa, sí, ya lo sé Julia es idéntico a ti. También me habla de su familia- ahora sé que tiene una hermana pequeña, Valentina, y que vive con sus padres-. Ambos hablamos animadamente. La verdad es que me siento a gusto, tranquila, segura. me alegra haber quedado con él.
Es hermoso, ojos color miel, cabello oscuro y ensortijado, pero, lo que más me gusta de él es que no deja de sonreír, y... yo tampoco. Me roza la mano, instintivamente miro de nuevo el reloj. Las nueve. ¿Las nueve? ¡No! me tengo que ir.
29 de octubre de 2011
At first glance
21 de junio de 2011
Capitulo tres
- Perdona, voy un momento al baño ¿eh?
- Vale, te espero.
Julia se extrañó de lo facil que habia sido. Una vez liberada, decidió ir a un lugar tranquilo. Se fue alejando hacia unos árboles donde no parecía haber nadie. Se sentó en el suelo, posó el cubata en la hierba y se quedó absorta mirando al cielo. De vez en cuando se levantaba una fresca brisa, no se oía nada lo que la tranquilizó. Un montón de mosquitos rondaban la luz de la única farola que había por allí. Se preguntó si no habría sido mejor quedarse en casa aquella noche. De repente volvieron a su mente imagenes de la última vez que vio a Sergio. El pulso se le aceleró, no podía respirar, se levantó apoyandose a un árbol. No podía seguir así.
En ese momento oyó a alguien detrás:
- Ah, estás aquí... Imagino que te has ido por mi- Era Alberto. Julia sintió un alivio momentaneo ya que no era Sergio, pero, a la vez, se sintió culpable por Alberto. Él siguió hablando.
- No debería haber venido. ¿Qué me creía? Idiota, soy un idiota.
Julia sintió que debía intervenir.
- No digas eso, tú no tienes la culpa. La culpa es mía, estoy mal porque... porque acabo de salir de una relación muy complicada - no podía creer que esas palabras hubieran salido de su boca.
El problema soy yo. Verás, es que hoy no me encuentro con ánimos para ya sabes... necesito algo de tiempo. Tú pareces un chico genial, de verdad, y me encantaría conocerte, pero, hoy no es un buen día.
- Pues hazlo otro día. ¿Qué tal la semana que viene? Esto sí que no se lo podía creer, era ella ¿o ese chico le estaba pidiendo salir? Entonces se vino arriba. Quizá Lucía llevaba razón, quizás debía darse una nueva oportunidad. Además hasta ahora no se había fijado pero el tal Alberto no estaba nada mal, tenia unos ojos verdes preciosos y sus manos también le gustaban, no sabía por qué pero siempre se fijaba en las manos de los chicos.
- Bueno, creo que podría hacerlo- dijo mientras esbozaba una gran sonrisa para sus adentros.
- Genial, dime tu número y te llamo.
4 de junio de 2011
Golondrinas
Debes de ser como una golondrina, que, por muy lejos que huya, siempre acaba volviendo. Me buscaste, y me encontraste en aquella cafetería. Quizá hubieras querido que no te viera. No sé cómo explicar la sensación que me hizo mirar al exterior, fue como si supiera que estabas allí, mirandome. Firme. Soportando las bajas temperaturas del adentrado otoño ante el cristal. Podía ver cómo salía vaho de tu boca, esa boca que alguna vez fue mía.
Parecías lejano, distante. Algo había cambiado en ti. Pensé que quizás entrarías y comenzarías una conversación con una de esas frases que siempre utilizabas. En cambio, no, no entraste, te quedaste ahí parado, como sorprendido. No sé, no sabía qué hacer. Finalmente reuní fuerzas y me levanté de mi silla, caminé lentamente hacia la puerta y la abrí sin apartar la mirada de tus ojos grises. Entonces, cuando quizás pensaste que aquello no debía pasar, emprendiste rápidamente camino por la casi desierta y plomiza calle. Las luces de las farolas se encendieron anunciando la próxima desaparición del sol. Igual que la tuya. Tan pronto como apareciste, te fuiste de nuevo. En ese momento me di cuenta de que llevabas razón, era mejor que fuese así, porque yo nunca habría sido capaz de decirte que todavía no te he olvidado y eso me hubiera matado por dentro.
23 de mayo de 2011
Re-amor
Pero, ¿Porqué están volviendo a mi todos estos sentimientos, todas estas emociones? No lo entiendo. A mi, que juré que nunca volvería a confiar en un chico. ¡Como cambian las cosas! De repente apareces tú. Tú y tu inoportuna forma de encontrarte conmigo en cualquier sitio de la manera más casual. Es surrealista, no puedo creer que ahora mismo esté sonriendo. Quizá deba parar de darle vueltas y aceptarlo. ¿Tampoco es tan malo no? Pensándolo bien no está tan mal dejarse llevar de vez en cuando, y menos con estas sensaciones tan...¿Cómo decirlo? ¿Agradables? Porque, he de admitir que cada vez que apareces llega a mí ese famoso “zsa zsa zsu”, es decir, esas mariposas en el estómago, la garganta, que se me anuda y las palpitaciones. Al menos, por el momento, no tartamudeo. Vale, sí, definitivamente me está pasando y, la verdad, no sé que me da más miedo que me pase justo ahora, cuando no tenía pensado que cambiara nada de mi vida sentimental o que me pase contigo, el chico “aparentemente” perfecto. En fin, creo que siempre suele dar vértigo adentrarse en este juego tan complicado. También definido como volverse a enamorar.
15 de mayo de 2011
Capitulo dos
- Dile que ya voy.
No me dejan en paz, si no es uno es otro, ¿Cómo quieren que apruebe matemáticas? Seguro que me va a preguntar si voy a la fiesta de la universidad este jueves. Pues no tengo intención de ir. Ya me imagino el plan; Alba buscando por todos lados un chico interesante, guapo, inteligente y que no le mire las tetas cuando le habla (cosa prácticamente imposible), Lucía liandose con el primer ligón que se le acerca y yo mirando como los demás se lo pasan bien mientras ahogo mis penas en un ron-cola. No, la verdad es que no le apetecía nada.
- Hola- dijo con una voz con la que intentaba mostrarle sus pocas ganas de hablar en aquel momento.
- Tía ¿estás desaparecida o qué? Llevo dos días que no se nada de ti. ¿Porqué no has ido al colegio?
- He estado mala en la cama y dándole vueltas a las cosas, ya sabes.
- Lo tuyo, Julia, no es normal ¿rayarte tanto por una cosa así?
- No era una cosa así, era algo más, bueno, al menos para mi.
- Bueno pero anímate anda, que ya encontrarás a tu príncipe. Sergio no ha sido más que un capítulo, y tienes que seguir escribiendo el libro.
Lucía y su habitual optimismo. Aunque quizás, esta vez, llevaba razón. Es verdad, porqué voy a estar yo sufriendo por un idiota que no supo valorarme. Y en ese momento de reflexión, cuando se estaba dando cuenta de que casi me había ganado, me soltó la esperada pregunta:
- Oye entonces ¿no vas a ir a la uni el jueves? Tia tienes que salir un poco, no es bueno quedarse encerrada en casa viendo la vida pasar.
- Está bien, me has convencido, y mira que no tenía ninguna gana de ir ¡eh!
- ¡Soy genial!- se le oyó decir a Lucía entre risas.
13 de mayo de 2011
Sentidos
19 de abril de 2011
Capítulo uno
3 de abril de 2011
Punto final
17 de marzo de 2011
Absurdas fantasías.
11 de febrero de 2011
Amor
26 de enero de 2011
Una mañana cualquiera
4 de enero de 2011
Comienzos
- Y ¿Qué vamos a hacer ahora? Porque yo no había previsto que pasara nada entre nosotros, nunca pensé que...en fin...no sé...creí que seguiría fingiendo no sentir nada por ti...